La Generación Z de cartón
Cuando la Derecha Juega a la Revolución
Cuando la Derecha Juega a la Revolución
Por: @el_duenyas
05 de noviembre 2025
En el transcurso del presente año hemos sido testigos de una serie de movimientos a nivel global, en los cuales personas insurrectas de la llamada “Generación Z” han tomado las calles del mundo. Jóvenes que mezclan cultura pop, rabia social y un anhelo de justicia, ondeando banderas de One Piece como si la ficción por fin hubiera decidido hacerse realidad. En países como Perú, Indonesia, Nepal, Ecuador, entre otros, y por supuesto, México. Quienes hemos marchado en las coyunturas recientes hemos visto esas banderas alzarse entre consignas y humo, convertidas en símbolo de resistencia juvenil.
Posterior a los hechos de Nepal y, de Indonesia, de pronto, entre la euforia global, apareció en redes un movimiento llamado “Generación Z MX”. Una propuesta que, para quienes hemos visto las recientes protestas, pudo haber sonado, en apariencia, fresca, rebelde, “antisistema”. En un principio no pudimos evitar preguntarnos: ¿quién está detrás de este movimiento?, ¿qué proponen?, ¿cómo se organizan? El Discord no se hizo esperar y, ese mismo día, ya tenían una comunidad; decenas se unieron en cuestión de horas en todo el país. Su discurso —si es que se le puede llamar así— era meramente incendiario, nada propositivo. Se limitaba a repetir lo que ya todxs sabemos: que todo está mal, que el gobierno está mal, que el país está mal. Nada nuevo bajo el sol. Pero detrás de ese aire incendiario no había más que un eco vacío. Su gran propuesta era una “revocación de mandato”, la misma que ya contempla la Constitución y que se celebrará en 2028, sin necesidad de marchas ni banderas de cartón. Sin embargo, su supuesto “movimiento” no proponía un proyecto posterior a dicha revocación, lo cual dejaba más dudas que respuestas, con consignas genéricas que hemos escuchado por décadas, como “acabar con la delincuencia”, “acabar con la corrupción” y otro largo etcétera que terminaba por ser un cliché que bien sabemos, en este país, lleva décadas siendo letra muerta.
Las semanas transcurrieron y el contenido no se hizo esperar. Su disfraz comenzó a caerse. Su contenido se volvió cada vez más bizarro: videos creados con inteligencia artificial que simulaban revoluciones inexistentes —monumentos ardiendo, guillotinas improvisadas, multitudes enardecidas—, pero sin un solo rostro real, sin militantes, sin organización. Por si fuera poco, subían videos emulando a los grupos más radicales e incluso revolucionarios del siglo pasado —EZLN 1 , ETA 2 , IRA 3 , etc.— acomodando a personajes inexistentes creados con inteligencia artificial. Sin embargo, su carencia de rostros, militantes reales y procesos organizativos levantaba dudas entre quienes militamos en la disidencia. Muchxs lo notamos de inmediato: ningún movimiento auténtico necesita inteligencia artificial para fingir rebeldía. Nosotrxs no actuamos en renders ni en pantallas; lo hacemos en las calles, en las asambleas, en los barrios y en el territorio. Así, muchxs militantes de diversas organizaciones cuestionaron estas formas y prácticas de difusión.
Sin embargo, para sorpresa de absolutamente nadie, bastó con ver cómo ciertos medios empezaron a amplificar su mensaje. Dichos medios no son precisamente de izquierda. Medios de corte golpista, tales como Minuto Crítico, Tropicxs Media y otros portales autodenominados “apartidistas”, que viven de cuestionar selectivamente al poder mientras protegen al viejo régimen, les dieron voz y vitrina. Esos mismos medios que jamás mencionan las luchas contra la gentrificación, ni la defensa de los pueblos originarios, ni la exigencia por lxs desaparecidxs, ni la lucha por los derechos de lxs disidentes de cualquier tipo. Medios que, en cambio, lloran por los privilegios del viejo Poder Judicial, por el INE dorado o por la “Marea Rosa”. Y así, el disfraz terminó de rasgarse: “Generación Z MX” no era una expresión popular, sino un movimiento golpista disfrazado de rebeldía juvenil. Una derecha en cosplay revolucionario. No buscan transformar las condiciones materiales, sino regresar al viejo orden previo a 2018: el de los Córdova, los Dreser, los Murayama, los Alazraki, los Claudio X. y toda esa fauna política y burguesa de impresentables fascistas, sionistas y corruptos que ya conocemos y que tampoco queremos de regreso en el poder.
Desde entonces surgieron las preguntas inevitables: ¿quién se beneficia? ¿Proponen acaso derrocar a Claudia Sheinbaum y, en Discord, votaremos por una Xóchitl Gálvez, por un Jorge Máynez o algún otro absurdo “candidato apartidista” de laboratorio? En la paradoja más absurda de la política nacional, se abanderan de un partido político para ganar y dicen odiar la política y el poder mientras se arropan con las siglas de los colores y partidos de siempre.
La pregunta quedó en el aire hasta el pasado 29 de octubre, cuando la farsa quedó al descubierto. Un miembro de un colectivo, al revisar las ligas del movimiento, pudo encontrar un enlace que en su momento buscaba recabar firmas para defender a los impresentables exconsejeros del INE. Ahí estaba la prueba, y no cabía duda alguna de a quién servía este movimiento: a nada más y nada menos que a los de siempre, a los impresentables azules, tricolores, rosas, “ciudadanos”, que llevan ya seis años sin poder conectar con nadie fuera de sus burbujas —y que, para colmo, se dicen un “mal menor” frente a los guindas—. Creyeron poder cooptar a una generación que sí se levanta y que sí lucha, pero no contra un partido político o contra cualquier gerente y administrador estatal del capital, sino contra un sistema que nos oprime, nos explota y nos precariza. Y que, por sobre todo, sabe perfectamente que nuestra situación no se cambiará en una urna cada tres o seis años. Este es un sistema que se cambia en las calles y por medio de la organización colectiva.
Por eso, antes de dejarnos arrastrar por sus farsas de cartón, y agradeciendo que no hayamos caído en su patética trampa de marchar el próximo 15 de noviembre por una “revocación de mandato”, para, sin saberlo, terminar marchando en favor de Lencho Córdova, Ciro Murayama, Xóchitl Gálvez o Norma Piña, vale preguntarnos: ¿qué tipo de organizaciones están surgiendo?, ¿a quién sirven?, ¿cuál es su proyecto, si es que lo tienen?, ¿cuál es su proceso organizativo? Es fácil, idílico y hasta divertido soñar con tomar palacios y derrocar gobiernos, deshacernos del crimen organizado. Pero la verdadera revolución empieza después del último grito. ¿Qué haremos al día siguiente? ¿Volveremos a entregar nuestras luchas en bandeja de plata a nuevos tiranos “humanistas”?
Vamos a cambiar de gobierno y de opresores que, hasta el día de hoy, no han logrado llevarnos al goce de nuestros derechos y libertades más básicas, y que, lejos de eso, por negligencia gubernamental o por dolo criminal, nos desaparecen, despojan, explotan, precarizan, reprimen, golpean, extorsionan o asesinan. ¿Volveremos a entregar en bandeja de plata nuestras libertades y nuestras luchas, como ya se ha hecho en el pasado, a cambio de poner en el poder a verborreicos y demagogos tiranos que navegan con bandera de humanistas y demócratas de un tibio y abominable remedo de “izquierda”? No, camaradas. ¡NUNCA MÁS! Nunca más volveremos a dejar nuestras luchas en manos de una clase política que vive de nuestras esperanzas para ganar votos. Hoy más que nunca, nos corresponde a nostrxs —colectivos, estudiantes, disidencias, pueblos originarios, obrerxs, campesinxs— organizarnos desde abajo, desde nuestras comunidades, para construir un proyecto de nación que trascienda el capitalismo y las cadenas del privilegio de unos cuantos.
¿Queremos una revolución verdadera? Hagámosla. Pero que sea nuestra: desde las bases, desde los barrios, desde la colectividad. Y preguntémonos —y esto es para curarnos en salud, camaradas—: ¿cómo pagaremos cargando con la gran responsabilidad de haber hecho una revolución, la gran deuda social e histórica que hemos acumulado? Pues para esto, camaradas, la única respuesta es la genuina organización de lxs oprimidxs. Porque mientras no logremos esa genuina organización cuyo único interés sea la legítima revolución contra el capital, la opresión y la explotación, y por otro lado, la construcción de una sociedad justa, diversa y libre, seguiremos a merced de charlatanes: derechistas que nos quieren seducir por la izquierda, de gente que nos ofrece un mundo como el que merecemos, pero que al final nos dará migajas de nuestras causas y se quedará con el poder.
Sé que este artículo tiene más preguntas que respuestas, pero con la ayuda de ustedes, camaradas, estas ideas que humildemente planteo en el presente texto podrán ser respondidas. Y más allá de eso, podremos generar una auténtica revolución que no solo necesitamos y nos urge, sino que también nos merecemos.
Con ternura radical y con un cálido:
¡Hasta la victoria siempre camaradas! Su camarada, El Duenyas.
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